Uno de los momentos más emotivos de nuestra Semana Santa de Santa Úrsula es la llegada a la Ermita del Calvario en la mañana del Viernes Santo. Allí nos espera la Cruz y en ella la imagen de Cristo crucificado. En la liturgia de la tarde de ese día se nos proclamará: “Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo”. Y postrándonos, responderemos: “Venid, adoremos”. Es un hermoso gesto litúrgico de fe y amor hacia la Cruz de Cristo. La cruz que siempre nos ha presidido. La cruz desde donde Jesús nos ganó la salvación. La Semana Santa nos da la preciosa ocasión de contemplarla en las iglesias, en las procesiones, en los programas… La invitación a mirar el árbol de la cruz expresa nuestra condición de hombres que necesitamos ver en Jesús crucificado el camino que nos lleva a la Pascua.
Quisiera que esta Semana Santa de 2015 nos diera la oportunidad de encontrarnos de una manera consciente, cercana y agradecida con el signo que nos ha acompañado desde pequeños en nuestro ser de cristianos y que su contemplación nos lleve a preguntarnos: ¿Quién es Jesús? ¿A quién vemos en la cruz? ¿A Jesús desnudo, a quien ya no le queda nada más para dar que su vida, para que todos la tengan abundante; al hombre humillado y despreciado; al hombre probado que nos muestra el camino de la dignidad humana; al hombre que ha luchado por los demás porque tiene hambre y sed de justicia, al hombre que ha trabajado por la verdadera solidaridad para que todos, formando una familia, nos sintamos hermanos; al hombre que mira con misericordia desde el amor, apasionado por hacer el bien…?
Y, después de una reflexión seria, contestemos: La cruz es la gran escuela del amor y la sabiduría de un Dios clavado y abierto para exclamar con Lope de Vega: “¿Pero cómo, clavado, enseñas tanto? – Debe ser que siempre estás abierto, ¡Oh Cristo, Oh ciencia eterna, Oh libro santo!”
Y con Santo Tomás de Aquino repitamos: “En la cruz se nos dan ejemplos de todas las virtudes: Si buscas un ejemplo de amor: Nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos. Esto es lo que hizo Cristo en la cruz. Si buscas ejemplo de paciencia, encontrarás el mejor de ellos en la cruz. Si buscas ejemplo de humildad, mira al crucificado. Si buscas ejemplo de obediencia, imita a aquel que se hizo obediente al Padre. Si buscas un ejemplo de desprecio de las cosas terrenas, imita a aquel que es Rey de reyes y Señor de señores, desnudo en la cruz, burlado, escupido, flagelado, coronado de espinas”.
Y como conclusión enseñemos: La cruz es la clave del evangelio, la llave de la puerta santa del cielo. La cruz es aceptación, inmolación, entrega, ofrenda. Es paz. Es respuesta de amor. Es sabiduría.
Pidamos a la Madre del Señor, la Virgen María, que fue la primera entre los sencillos y humildes de corazón a quien se le reveló el misterio de su Hijo crucificado y Resucitado, junto a la cruz estaba su Madre, nos ayude a adentrarnos con todo nuestro ser en el Misterio de la Cruz de Cristo.
Os invito responder responsablemente a la participación en las celebraciones de Semana Santa y al acompañamiento piadoso en las procesiones de nuestra parroquia.
El Párroco
Sebastián García Martín