Estimados feligreses

Una vez más el Domingo de Ramos nos introducirá en la Semana Mayor del año cristiano, la Semana Santa, y con la ayuda de los ritos sagrados del Jueves Santo, Viernes Santo y de la solemne Vigilia Pascual, reviviremos en nuestra parroquia de Santa Úrsula y San Bartolomé el misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús. Serán días santos que pondrán de manifiesto el insondable amor de Dios por nosotros. Serán días en que el Señor Jesús nos dará la prueba suprema de su amor, entregando su vida por nuestra reconciliación.

Pero, ¡no nos engañemos! Los relatos de la Pasión, de la Muerte y de la Resurrección de nuestro Señor Jesús no relatan solamente acontecimientos históricos, de los cuales hacemos memoria cada año pero permaneciendo nosotros como meros espectadores que asisten a unas celebraciones y procesiones. ¡No! El misterio de la Salvación se realiza para nosotros y en nosotros. Os invito a introducirnos todos en este acontecimiento pascual contemplándonos a nosotros mismos en cada personaje:

  • En Jesús y sus sufrimientos que se repiten en cada uno de nosotros a lo largo de toda nuestra vida: traición, cansancio, injusticia…
  • En Pedro, impulsivo, generoso, pero muy vulnerable; en Judas y los Apóstoles.
  • En Pilatos y los jefes de los sacerdotes, que juzgan y golpean sin misericordia.
  • En la muchedumbre que a veces aclama y a veces ruge.
  • En la Virgen María, cuyo corazón es traspasado por una espada, pero que acompaña a Jesús en su Camino hacia la Cruz y permanece a su lado en los momentos más dramáticos, en silencio pero en un abandono confiado y total.
  • En los soldados que se burlan, golpean o son indiferentes a los sufrimientos de Cristo.
  • En la Verónica y las santas mujeres que lloran y tratan de aliviar los sufrimientos del Maestro; en Simón de Cirene y José de Arimatea; en el Buen Ladrón que invoca a Jesús y logra, en los últimos momentos de su vida, robar el paraíso mismo…

Por eso la Semana Santa es un tiempo que el mismo Señor nos concede para realizar un alto en nuestro caminar y reflexionar sobre nuestra relación con Dios, con los demás y con nosotros mismos.

Aprovechemos estos días santos buscando la misericordia y el perdón del Señor con una sincera confesión de los pecados, alimentando nuestra alma con la Eucaristía, viviendo intensamente el Mandamiento Nuevo del Amor y resucitando con Cristo, a una vida nueva, más cerca de Dios.

A María, Madre de los dolores, confiamos nuestra vida y nuestra “Semana Santa” de Santa Úrsula. Que ella no se aparte de nuestro lado porque también nosotros somos sus hijos en su Hijo.

Sebastián García Martín

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