Las cuentas del 13 de junio de 1737, facilitan el nombre del autor del retablo de Nuestra Señora del Rosario y esclarecen la época de su construcción.

Efectivamente, este último, arrendador de una viña perteneciente a la cofradía, al entregar en la fachada señalada las partidas que adeudaba como tal, justifica siento y diez rrs. Dados a Diego el Santero del valor de un jumento, como así mismo ciento en Bino de Vidueño.

Las mismas cuentas consignan un descargo de doztºs. quarenta y seis y mº Rl, gastados…en dos dozenas de forro, una de solladío y diferentes maderas qe. Se compraron y se aserraron, así como de abrir el gueco pª el nicho principal de la Stª Imagen; nicho adornado con sinco niños mandados a hacer en este tiempo por los cofrades.

Un poco más tarde el Santero y francº el pintor reciben doscientos cinco reales por pintar el retablo de nra. Señora, justificando el mayordomo sesenta y dos reales más dados pa colores.

A juzgar por los apuntes consultados, la capilla mayor nunca dispuso de un retablo sobresaliente. El neoclásico actual, profundamente reformado, está siendo enriquecido con una decoración barroca inspirada en la del existente en la antigua capilla de Ánimas, hoy dedicada a Jesús Nazareno.

Éste último, de tres hornacinas, pudiera corresponder al solicitado por el párroco Martín Fernández en 1848 o bien –dada la representación pictórica que lo corona- al de Nuestra Señora de la Merced, entronizada en el templo en tiempos del obispo fray Valentín de Morán. En cualquier caso, poco o nada tiene que ver con el primitivo altar de Ánimas, donde se veneraba una imagen del arcángel San Miguel y para el que Marcelo Caetano, hacia 1730, hizo o pintó un frontal.

Fuente: Historia de Santa Úrsula. M. Rodríguez Mesa