La participación en una procesión significa un homenaje y un reconocimiento público a Jesús, a la Virgen o a los santos que son portados en anda.
En la Semana Santa, además, existe un un motivo penitencial: los penitentes procesionan para limpiar sus pecados y mostrar públicamente su arrepentimiento. Las luces que portan muestran que caminan hacia la luz que es Cristo y siendo un acto público de fe, es una de las más sublimes manifestaciones externas y públicas con las que se pide mejorar.
La manifestación privada de la fe pasa a ser pública y las calles se convierten en una Iglesia. De ahí el engalanamiento de las casas, el adorno de los balcones y el silencio que recorre cada uno de los rincones de la Semana Santa.
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