Estimados feligreses

La celebración de las fiestas patronales de 2014 cobra extraordinaria y especial solemnidad. De todos es conocido que llevamos casi un año de actos por el cuarto centenario de la fundación de nuestra parroquia bajo el patrocinio de Santa Úrsula Mártir. Digna de mención fue la exposición de arte sacro “La parroquia a través de su Patrimonio” en la Casona de San Luis que constituyó una ocasión privilegiada de contemplar en el presente agrupadas distintas piezas  que durante  cuatro siglos han  creado un patrimonio histórico-artístico y religioso digno de ser  conocido y cuidadosamente conservado.

Actualmente la imagen de nuestra Santa Patrona con gran participación de fieles recorre en peregrinación todos los rincones del municipio devolviendo, por así decirlo, la visita que durante tantos años los fieles le  han hecho en su templo.

El peregrinar de nuestra Mártir nos ha hecho tomar conciencia que, en el devenir de estos años, “otros” han entrado casi sin querer a formar parte de la vida cotidiana de nuestro pueblo. Son, junto a la Virgen María en las advocaciones de El Rosario y Fátima, San  Clemente, San Joaquín y Santa Ana, Santa Rita, San Bartolomé, San Lázaro, el Santo Hermano Pedro y San Luis. Ellos, los santos, pertenecen a esa “nube de testigos que nos envuelve” (He 12, 1-3). Son como lugar donde se comprende, se nutre y crece la Iglesia. Son el fruto más precioso del Evangelio. El Concilio Vaticano II enseña que “en la vida de  los santos  Dios manifiesta al vivo ante los hombres su presencia y su rostro; en ellos El mismo nos habla y nos ofrece un signo de su reino…” (Lumen Gentium VII, 50).

Es bueno tener a los santos como amigos en nuestro andar diario. Los santos no son solamente imágenes colocadas en las paredes de una iglesia, estáticas y sin vida y a los que hacemos fiesta una vez al año. Los santos también se mueven y lo hacen a través de nosotros. Toda persona que conozca en profundidad un santo, es decir, que se meta dentro de su vida y en su forma de seguir a Jesucristo no puede permanecer indiferente, no puede seguir como antes. Los santos son iconos de Jesús.

Por eso al clausurar el cuarto centenario os invito en primer lugar a dar gracias a Dios y pedirle que siga haciendo de nuestra parroquia un lugar donde el ejemplo de la Virgen María y de los santos  nos lleve a él.

En segundo lugar un recuerdo agradecido a cuantos han formado nuestra parroquia en el pasado y la integran en el presente; a la entrega generosa de todos los sacerdotes que la han pastoreado y servido. Gracias a todos los que han colaborado activa y generosamente en la vida litúrgica, en la catequesis, en el trabajo pastoral con los niños, los adolescentes y los jóvenes, con los matrimonios y las familias,  con los pobres y los enfermos.  Gracias también a todos aquellos que de un modo callado y sin notoriedad, han contribuido a la vida de esta comunidad mediante su oración fervorosa, su vida y obras de santidad, el ofrecimiento de su dolor o su contribución económica. Que Dios os bendiga.

Sebastián García Martín, párroco