Aunque a lo largo de las páginas precedentes se han facilitado abundantes referencias, es obligado insistir en el tema para destacar algunas de las piezas más notables. Especialmente las de origen indiano, incompletas al faltar la corona de plata dorada y esmaltada enviada antes de 1626 por Amador Pérez para la Virgen del Rosario, así como las potencias del Niño y otras que han sido transformadas. Pero se conserva una custodia interesantísima, la mayor del templo, magníficamente descrita por J. Hernández Perera en su «Orfebrería de Canarias»:
Su piel hexagonal se apoya sobre tres garras de león y seis querubes de rostro indio despliegan sus alas en los vértices. Una borla de espejos lisos entre carteles cinceladas cubre el almohadillón circular de pie, sobre el que se alza un astil de cuerpos cilíndricos, decorados con pilastras, asas, espejos y fina labor cincelada, que alcanza su mayor interés en el nudo. Sobre éste apoya un pequeño jarrón con asas y al extremo de un vástago abalaustrado surge el sol de rayos flameados, muy gruesos. Corona el viril la cruz latina sencilla de las primeras custodias de sol que produjo el siglo XVIII … Una inscripción grabada en el pie proclama: ES DE LA YGLESIA DE SANCTA VRSULA.
Otra custodia de plata, más pequeña -45,5 cm.-, de pie circular decorado con espejos lisos y cartelas cinceladas, y sol de rayos flameados planos, se halla expuesta en las vitrinas de la sacristía. Presenta claras semejanzas con la anteriormente descrita y tiene grabada la siguiente leyenda: «M.R.M. D(OÑ)A ANA DE S(AN)TIA(G)O FONTE LVGO BALCHA(R)SEL». Perteneció al convento de San Nicolás de La Orotava y fue cedida a la parroquia después de la clausura de éste, según testimonia el texto de un documento conservado en el archivo de la diócesis:
Dióse a la Ig’ de Sta. Úrsula a petición de su cura Dn. Juan Martín Ferns. una custodia que fue del convto. suprimido de Religiosas Dominicas de la Villa de la Orotava; tres albas, tres casullas: una encarnada, otra blanca y otra morada y un par de corporales .
También sobresale una cruz procesional de plata, de 67 cm., con un Cristo dorado de ciertos resabios goticistas; pieza probablemente remitida por el citado Amador Pérez en 1625. J. Hernández Perera, en su mencionado estudio, señala que consta de dos partes estilísticamente diferenciadas: el árbol y el nudo. Éste cilíndrico y decorado con cabezas de querubines superpuestas. «El árbol, en cambio, presenta una decoración en extremo desconcertante, en la que espejos elípticos del bajo Renacimiento se suman a un encaje calado de urdimbre gótica que recorre los bordes de las planchas tanto en el anverso como en el reverso, y aún las divide en rectángulos, dando la sensación del almohadillado típico de la arquitectura renacentista colonial. .. »
La iglesia posee otras obras de plata de los siglos XVII y XVIII que merecen ser reseñadas: un incensario de 20’5 cm. y una naveta de 16 x 7 x 11’5 cm.; un portapaz barroco de 14 x 9’7 cm.; un cáliz dorado de 24 cm., unas vinageras con punzón de Córdoba, el mencionado sol de rayos flameados …
Ornamentos y otras piezas legadas a la parroquia se custodian en la sacristía, destacando, entre ellas, dos magníficos atriles de carey, con incrustaciones de nácar, de 45 x 28’5 cm.
Fuente: Historia de Santa Úrsula. M. Rodríguez Mesa