Situada en el antiguo camino de Los Guanches, su fundación se debe al presbítero Juan García Calzadilla, titular de una capellanía y deuño de «dos almudes y quartilla de tierra calma en la Coruxera, ande llaman la Crucitta». Debido a su devoción y su deseo de hacer una hermita dedicada a la advocación de San Salvador y San Bartolomé en la Corujera.
De las obras de construcción de la ermita, ejecutadas con relativa rapidez, cuida Mateo Padrón Calzadilla, sobrino del fundador y primer capellán de la misma, que a partir de 1713 celebra en ella las festividades anuales anteriormente descritas y limitadas, con el paso del tiempo, a las funciones en honor de San Bartolomé.
En líneas generales, sus características coinciden con las de las sencillas construcciones religiosas habituales en los campos tinerfeños; planta rectangular, paredes de piedra y barro y cubierta de teja acanalada, pronto arruinada por los tiempos …
El 25 de Noviembre de 1726, el presbítero Pedro Rodríguez Camejo, visitador en el nombre del obispo del Archipiélago, halla un Cáliz dorado por dentro y un Recado decente para celebrar el Sto. Sacrificio de la misa, sin embargo, recomienda aderezarla, es cinco años más tarde, el párroco José Antonio de Álamo Viera quien la en cuentra con desencia pero con necesidad de reparar las tejas y la imagen de San Bartolomé.
Esta última efigie -de 0’96 m., con cabeza, manos y pies tallados y sus vestimentas de telas encoladas-, debió de permanecer durante largo tiempo sin estofar, pues Domingo Atanasio Calzadilla y Ossorio, cuando el 31 de diciembre de 1814 otorga sus disposiciones testamentarias ante el escribano José Domingo Perdomo, encarga a su sobrino José Calzadilla, que la recoje y lleva en su poder dos imágenes, la del Salvador del Mundo y la de San Bartolomé.
Ni por su estilo, ni por el tratamiento de las telas encoladas, puede considerarse la efigie de San Bartolomé existente hoy en la ermita como obra de Estévez; lo más probable es que fuera restaurada en su taller antes de aplicársele la policromía, sometida a desafortunados repintes eliminados en tiempos recientes por Ezequiel de León.
La imagen de El Salvador no se conserva en el santuario, presidido en la actualidad por una efigie moderna de Jesús Crucificado, a cuyos lados -en sendas ménsulas- reciben culto una Inmaculada, igualmente de serie, y el citado copatrono San Bartolomé, venerado hasta hace pocos años en la hornacina izquierda del antiguo -y hoy también desaparecido- retablo mayor.
En la sacristía, sobre de una mesa, se halla un crucifijo, de 0’20 m. de altura; posiblemente el mismo Santto Christo donado por J. García Calzadilla en 1705. También en esta dependencia y situada sobre un armario, se encuentra una pequeña imagen de San Lázaro.
De la pared del lado del Evangelio cuelga un óleo sobre tabla de las Ánimas del Purgatorio, de 50’5 x 35’5 cm.; completando las pocas piezas artísticas del recinto, una pequeña pila para agua bendita, donada -según inscripción grabada en la misma- por su primer capellán Mateo Padrón.
La ermita, sometida a reformas que han alterado parcialmente su primitiva arquitectura, acogía a principios de la pasada centuria la bella imagen de la Inmaculada Concepción expuesta hoy en la sacristía de la parroquial de Santa Úrsula. Incluso es probable que perteneciera a la misma alguna otra obra, pero la imposibilidad de consultar un inventario formado el 9 de agosto de 1906 -siendo mayordomos Pedro Gutiérrez y Antonio García Gutiérrez-, nos impide confirmarlo.
Por decreto del 24 de febrero de 1966, el obispo L. Franco Cascón la declara parroquia.
Fuente: Historia de Santa Úrsula. M. Rodríguez Mesa