Estimados feligreses
Una vez terminado el tiempo de conversión interior de la cuaresma, llega el momento de celebrar la Semana Santa. Afirma nuestro obispo Don Bernardo en su Carta Pastoral para la Semana Santa 2017 que “desde antiguo, los grandes escritores cristianos y los santos, han señalado que la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, que es precisamente lo que celebramos en la semana Santa, es la gran escuela en la que aprendemos a conocer, amar y seguir a Jesucristo” puesto que “Jesús nunca pidió hacer algo que Él no hiciera antes. Todas sus palabras son creíbles porque siempre iban acompañadas con los hechos. Él nos demostró cómo se puede vivir en este mundo haciendo la voluntad de Dios en todo, sin dejarse vencer por las tentaciones del mal. No tenemos otra opción. Para ser realmente cristianos debemos seguir las pisadas de Cristo, viviendo como Él vivió, imitando su modo actuar, su amor, su misericordia, su bondad y generosidad”.
Por eso uniéndonos a toda la iglesia le aclamaremos en su entrada en Jerusalén para, después de contemplar la institución de la eucaristía y orar junto a Él en Huerto de los Olivos, acompañarle por el doloroso camino que termina en la Cruz.
Importante será aumentar nuestra fe en el Hijo de Dios a través de las narraciones de la pasión quien, por su infinita misericordia y amor al hombre, decide libremente tomar nuestro lugar y recibir el castigo merecido por nuestros pecados.
Para los cristianos la Semana Santa es la contemplación del amor de Dios que permite el sacrificio de su hijo, el dolor de ver a Jesús crucificado, y la alegría por Cristo que vuelve a la vida.
La muerte de Cristo nos llamará a morir, no físicamente, sino a luchar por alejar de nuestra alma el egoísmo, la soberbia y la avaricia para estar debidamente dispuestos a la vida de la gracia. La Resurrección del Señor nos abrirá las puertas a la vida eterna. Su triunfo sobre la muerte será la victoria definitiva sobre los pecados.
Invito a todos los feligreses de nuestra parroquia de Santa Úrsula Mártir a participar en nuestras celebraciones y procesiones no con actitud pasiva, sino con el corazón dispuesto a volver a Dios, que nos ama y nos ha librado de nuestros pecados con la sangre de su hijo.
Sebastián García Martín
Párroco