El camino hacia la Pascua comienza en la Cuaresma. Pero nuestro peregrinar se hace más intenso al contemplar el misterio que nos restauró la vida: El Misterio de la misericordia de Dios por medio de Jesús, que padeció, murió y resucitó. Uniéndonos a toda la Iglesia nos disponemos en nuestra parroquia de Santa Úrsula a acompañar a Jesús en su camino durante la Semana Santa de 2016.

Caminar implica una partida, una salida. Como la de Abrahán, como la de los profetas, como la de aquellos que un día, allá en Galilea, se pusieron en marcha. La historia del Pueblo de Dios y de la Iglesia está marcada desde su origen por la salida y los desplazamientos: Abrahán, Moisés, Ellas, Jonás Ruth, San Pablo, San Antonio, San Ignacio, Santa Teresa de Jesús y tantos otros. El salir hizo fecundas sus vidas. Esta característica no es simplemente geográfica, tiene mucho de simbólico: es una invitación a descubrir el movimiento del corazón que, paradójicamente, necesita salir para poder permanecer, cambiar para poder ser fiel.

Por eso, sintonizando con el AÑO SANTO DE LA MISERICORDIA,   quisiera pedirles que vivamos intensamente el paso de Jesús a través de nuestras celebraciones litúrgicas y procesiones ya que son, en palabras de nuestro obispo, una oportunidad inmejorable para  tener una vivencia personal de la Misericordia de Dios.

Así, el Domingo de Ramos, desde el lugar del Cementerio Municipal, entraremos con Jesús en Jerusalén y lo aclamaremos sabiendo que su vida acabará con el fracaso de la Cruz. Pero nosotros afirmamos que el camino de Jesús conduce a la vida para siempre.

El Jueves Santo lo acompañaremos en el Cenáculo con sus discípulos. Allí contemplamos cómo les lava los pies y cómo nos da el don de la Eucaristía, sacramento de su presencia viva en medio de la comunidad de sus seguidores, convirtiéndose en la anticipación del banquete celestial.

El Viernes Santo, fijaremos nuestros ojos, con dolor y agradecimiento en aquel hombre destruido, que ni hombre parecía, torturado y destrozado por los poderes de este mundo.

Nosotros permaneceremos en silencio ante El. Y más que nunca reafirmaremos nuestra voluntad de
seguirle, Caminaremos con El en’ Vía-Crucis de la mañana.

En la noche de Pascua participaremos de la fiesta más grande del año. Jesús muerto por amor, vive para siempre. Comprobaremos que su camino es realmente un camino de vida. Nada nos separará de su amor. Y nosotros agradecidos renovaremos nuestro bautismo y nos sentaremos en la mesa de la Eucaristía unidos con Jesús para siempre.

Y comenzaremos así el tiempo de pascua, el tiempo de vivir la alegría de ser cristianos, el tiempo de transmitir la fuerza del amor, el tiempo de poner concordia y buena voluntad a nuestro alrededor, el tiempo de mostrar con respeto y cariño nuestra fe, el tiempo de ponernos decididamente a favor de los pobres, el tiempo de vivir a fondo el Espíritu que Jesús nos ha dado.

Intentemos caminar con Jesús participando en los actos litúrgicos que se celebran en nuestra parroquia (misas, confesiones, predicaciones, … ), actos en los que como de una fuente bebemos la misericordia de Dios en Cristo. También acompañando los pasos procesionales con las imágenes del Señor, de la Virgen y de otros personajes de la pasión, manifestamos nuestro fervor, haciendo que nuestras procesiones sean una catequesis plástica que ayude en la fe a los que ya creen y, al mismo tiempo, den a conocer los misterios de nuestra fe a los que no creen.

Sebastián García Martín

Párroco