La distracción
El demonio quiere que nos ahoguemos en nuestros propósitos o nos desanimemos y desistamos. La Cuaresma es sobre Dios, no nuestras actividades. Antídoto:
Pedir a Dios que nos ayude a concentrarnos en un sólo propósito y pedir perseverancia.
El juzgar a otros
Si somos disciplinados por naturaleza, existe la tentación de pensar que somos mejores que los demás. Esto es exactamente lo que el demonio quiere: nuestro orgullo. Antídoto
Escoger una penitencia que sea difícil de cumplir a la perfección y que nos rete a dejar de ser orgullosos.
La auto-superación
La Cuaresma se puede volver en una ocasión para perder peso o superar algún hábito incómodo en lugar de ayudarnos a crecer en nuestra relación con Dios. Antídoto
Escoger una penitencia que nos ayude a crecer en el amor desinteresado.
La división
Al demonio le gusta que exista rivalidad entre cristianos. Quiere que veamos a los otros nuestros enemigos en lugar de reconocer que el enemigo es él. Antídoto
Trabajar por la unidad con nuestros hermanos.
El desánimo
Durante la Cuaresma, el demonio nos puede tentar para que sintamos que estamos fallando y renunciemos.
Antídoto:
Recordar que Jesús murió, pero también resucitó para que seamos transformados.