Retablos
La iglesia dispone de tres retablos situados en la capilla mayor y en las dos colaterales. El de la capilla del Rosario –barroco de un sólo cuerpo de triple nicho y ático-, es el de mayor antigüedad en el templo, pues en 1848, el estado de deterioro de los existentes en las capillas principal y de Ánimas, aconseja al párroco Juan Martín Fernández sustituirlos por dos retablos procedentes de la extinguida iglesia conventual de religiosas dominicas de La Orotava. Sin embargo, los muchos cambios habidos a lo largo de los años y la nula documentación sobre los mismos, nos impide confirmar si se trata de los actuales.
Aunque en época más reciente se suprimieron algunos y otros fueron cambiados de sus emplazamientos originales, las alteraciones más notorias quizás correspondan a la segunda década de la pasada centuria; sobre todo al año 1918, pues el 18 de abril del mismo, el maestro de carpintería Juan Ruíz, declara haber recibido del cura párroco Miguel T. Medina y Bethencourt la cantidad de treinta y tres pesetas por once días de trabajo…en la mudanza de los altares de Ánimas, San Antonio, púlpito, y clavar y empastar el del Carmen, testimoniando el mampostero Juan González, en igual fecha, haber cobrado seis pesetas por el trabajo de cubrir y enladrillar el local que ocupaba el Retablo del señor Nazareno.
En un descargo de 1767 figura un pago de cien reales, efectuado por el mayordomo de fábrica a Gabriel Román, para ayuda de las manos del oficial encargado de dorar el mencionado retablo de San Antonio. Unos tres años más tarde -28 de agosto de 1770-, el cura José de Pablo Dávila explica que cuando Gabriel Rodríguez fue nombrado mayordomo de la Cofradía de Ánimas del medio lugar de La Corujera- en sustitución del fallecido Francisco de León-, reservó la cobranza de las deudas para aplicarlas a dorar el retablo de las benditas Ánimas, pero como solo se pudieron poner líquidos veinte y seis pesos, y siete rrs., decidió afrontar personalmente el resto del costo de los materiales y el salario del artesano encargado de ejecutar los trabajos.
Fuente: Historia de Santa Úrsula. M. Rodríguez Mesa