Varios años después de construida la iglesia parroquial, se erige en un paraje de la hacienda de la familia Román, limítrofe con el antiguo camino real, el primitivo Calvario de la localidad. El tiempo exacto de su erección no es fácil de precisar, pero debe de corresponder a la primera mitad del siglo XVII, pues en 1679, el abogado Luis Román, declara que sus abuelos habían cedido un solar para el mismo y que él estaba dispuesto a facilitar uno nuevo para su ampliación.

Posteriormente, su hijo Luis Román Jovel y Carmenatis, en una solicitud hecha al obispo Bernardo de Vicuña el 17 de marzo de 1694, expresa su deseo de ampliar la ermita de San Luis.

Añade además, un cuadro de Nuestra Señora de los Dolores, empotrado y puesto en un nicho que hace frente a las espaldas de las cruces del calvario, donde para mayor veneración y culto, había colocado un farol que se enciende todos los Viernes del año, como también el Viernes Santos, con motivo del entierro de Cristo que sale de la parroquia y vistia este recinto. 

 

Todavía hoy, a lo largo del recorrido que va desde la iglesia de Santa Úrsula hasta el mencionado lugar, se pueden contemplar algunas de las cruces correspondientes a las catorce estaciones del Vía Crucis, rezo especialmente practicado por los fieles durante el tiempo de cuaresma.